Después de dormir unas nueve horas, todavía estábamos cansados. Comenzamos el día con una ducha, unas cañas y una comida en la bonita ciudad de Santander. Antes de ir para el Escenario Santander, el bonito recinto donde este año se celebraba el Turborock, decidimos dormir una pequeña siesta puesto que el cansancio hacía mella y el día se presentaba largo.
La segunda jornada del Turborock iba a estar marcada por el genio de Jesse Malin. Nosotros llegamos al recinto cuando su concierto acústico en formato dúo ya había arrancado. Me llevé una ligera decepción por que me esperaba a una banda (¿no lo anunciaba así el cartel?). El concierto estuvo entretenido, con el típico momento comuna en el que Jesse salto del escenario e hizo sentar en torno a él a todos los presentes. Tras el concierto, el artista fue al puesto del merchandising y allí firmo, habló y se hizo fotos con todo el que así lo quiso.
A continuación, las actuaciones tanto de Del-Lords como de los Buzzcocks las vimos desde la distancia, sentados en el prado. El primer grupo realizó un concierto solvente sin demasiadas estridencias, mientras que los Buzzcocks pusieron la nota punk y parecieron entusiasmar a sus seguidores. Tras estos conciertos me alegré de comprobar que el sonido general del escenario parecía mucho mejor que el del día anterior.
Aprovechamos los últimos minutos de Buzzcocks para ir a cenar y beber algo de cerveza. Volvemos a llegar tarde para la actuación de Urge Overkill (ahora había horarios, pero yo siempre me las apaño para llegar tarde a todas partes). He de decir que esta era una de los momentos que esperaba con mas ganas y aunque el concierto tuvo buenos momentos, como ese “Somebody Else's Body”, la actuación me decepcionó. Un Eddie "King" Roeser un tanto desmejorado y pasota y una banda de acompañamiento poco destacable hizo que el buen trabajo y las ganas de Nash Kato quedaran un tanto deslucidas. Tras el concierto pudimos ver al bueno de Kato deambulando solo por el recinto, reflejando este hecho un poco el estado que percibí de la banda.
La nota enérgica del festival la pusieron los “Bellrays”. Con esta banda me pasa algo curioso, los conocí allá por el año 2001, con su disco “Grand Fury” y prometían mucho, los ingredientes parecían los adecuados (Punk, Soul, High energy, conciertos demoledores,…). Sin embargo, por unas cosas o por otras, la evolución de la banda no termino de convencerme, y la verdad es que los tenía un tanto apartados. Hay que admitir que el concierto fue demoledor: la gente botó como en ningún otro concierto, Lisa le puso muchas ganas y el resto del grupo no se quedo atrás, destacando ese batería tan espectacular que forma parte actualmente de la banda. Con todo ello, a estas alturas estaba muy cansado y a la mitad del concierto decidí tirarme en el prado a esperar la actuación del día.
Y esa no sería otra que el retorno de los D Generation, capitaneados por el inefable Jesse Malin. La banda neoyorquina se convirtió en la protagonista absoluta del festival, con una actuación centrada principalmente en la interpretación de los temas del grandioso “No Lunch”. Aunque de nuevo me pareció sentir sobre las tablas el típico desajuste de la “banda reunida para la ocasión”, he de decir que todo sonó razonablemente bien y que tanto yo como una gran mayoría de los presentes disfrutamos y berreamos los últimos himnos de punk autentico salidos de la ciudad de los rascacielos. El porqué de que esta banda lleve separada casi 10 años es un misterio para mí, y una pena. El final del concierto con toda la gente pletórica coreando “No Way Out” fue un momento para la historia.
Para el final quedó la actuación de Slim Cessna's Auto Club. Supongo que no es cuestión de pedirle peras al olmo y cierto es que eran las 2 A.M. pero me pareció una falta de respecto total el sonido que se llevó esta banda. Acoples continuos e instrumentos que no sonaban (el misterioso caso del banjo mudo!!!) lastraron la actuación, pero aún con esas me pareció un bolo cojonudo, con un Munly al que tenía muchas ganas de ver y que es todo un personaje.
Abandonamos el recinto comprobando que a Jesse Malin realmente le gusta el contacto con la gente, y pensando lo duro que es esto de los festivales y que realmente así la música no se puede disfrutar adecuadamente. Pero al llegar al hotel encendí la tele y ahí estaban los Interpol en su actuación del Primavera Sound de este año y sentí envidia de no haber estado ahí. Puede que los festivales no sean el sueño de los amantes de la música, pero en los tiempos que corren, son un mal necesario, y realmente son mas llevaderas con iniciativas modestas como el Turborock.
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