Esta última semana en mi coche a sonado thrash metal del bueno, los Metallica de los 80 han bramado con vehemencia a todo volumen.
A estas alturas de la película Metallica se han convertido en toda una institución, su carrera ha pasado por multitud de altibajos y siguen estando de actualidad (mismamente por estas fechas acaban de sacar un disco con Lou Reed). Te pueden gustar más o menos, pero hay que admitir que son una leyenda en vida.
Sin embargo, la mía es una historia de decepciones en torno a esta banda. La más grande de todas me la llevé en Gijón, el 14 de Julio de 1999, a las puertas del hipódromo de Las Mestas. Lo recuerdo como si fuese ayer, Metallica tocaban esa noche con Monster Magnet de teloneros. Tras la pertinente ingesta de kalimotxos con los colegas, me alineé con la masa heavy y nos agolpamos en la entrada. En ese momento apareció por allí un melenudo y nos dio la fatídica noticia: Concierto suspendido por razones de seguridad. Recuerdo el viaje de vuelta a casa como un tremendo bajón, medio bolinga tras la decepción.
Aquella experiencia adolescente me marcó a fuego y durante todos estos años he mantenido un alto nivel de resentimiento hacia la banda (su patético comportamiento en la década pasada tampoco es que me animase mucho). Sin embargo y gracias a que este año sus discos clásicos han pasado a tener un precio razonable, me he animado a darles una oportunidad.
“Ride The Lightning” (1984) es el segundo trabajo editado por los cuatro jinetes de San Francisco y en el podemos encontrar temas tan míticos como “Creeping Death”, “Fade to Black” o “For Whom the Bell Tolls”. Poca broma.
Desde la perspectiva actual casi resulta difícil hacerse una idea de lo que supuso este disco en su momento, un sonido que extremaba las posibilidades del género, y que era capaz de seducir por su velocidad y contundencia, pero también por su virtuosismo y su querencia por los melodías. Con este disco la banda consolidaba su propuesta, se ganaba el respeto incondicional de la multitudinaria audiencia heavy y comenzaba a preparar el camino que los llevaría al éxito mas absoluto .
En su momento había pocas cosas en el mundo de la música que resultasen más intensas y provocasen mayor sensación de peligro que una actuación de Metallica. Desafortunadamente, todo lo relativo a la actitud y la coherencia acabó por desaparecer… dicho lo cual, nada podrá hacer que dejemos de disfrutar de una obra de semejante calibre.