El Black metal se ha vuelto loco. De otra forma no se puede explorar semejante evolución, semejante absorción de tendencias y submundos. Mil etiquetas, mil matices se pueden utilizar para definir las distintas evoluciones y simbiosis del género.
Pero no nos llevemos a engaño, aunque la génesis de esta música quizás haya que ir a buscarla en la primera parte de la década de los 80 (Venon, Celtic Frost y sobre todo, Bathory), este estilo de música se consolida en la primera mitad de los 90, bajo unas directrices de perversión muy claras que marcaron unos tales Mayhem, Burzum ó Darkthrone.
Es difícil de entender como mientras el mundo estaba siendo devorado por la desidia grunge, desde las heladoras tierras noruegas surgió una corriente en el metal tan ferozmente agresiva en lo musical, pero sobre todo, tan pretenciosamente trascendente en lo ideológico. Independientemente de la música, aquello iba mucho más allá. Estos dos documentales que hoy presento son un ejemplo de la profundidad del mensaje negro, su carga de odio y de las raíces de su ideario.
Para empezar, “Det Svarte Alvor”. Cuando lo vi por primera vez, no puede evitar la sensación de estar ante una especie de sórdido “Informe Semanal” noruego. Ese carácter prehistórico y low-fi invitaba a pensar en un intrépido reportero que se había aventurado a buscar la noticia de su vida entre el peligro y lo inhóspito, y que de ninguna manera iba a salir vivo de aquel envite.
En aquel momento, Euronymous y Dead habían muerto, Varg Vikernes ya era nefastamente famoso e incluso Ihsahn no sabía ni para donde mirar (pero mantenía dramática pose) ante las malas noticias que se cernían sobre Emperor. Las iglesias habían ardido, la escena estaba en su momento de máximo esplendor y me imagino a las amables gentes de la tierra de Munch, un sábado por la tarde viendo en la televisión pública documentales sobre las bandas del Inner Circle, sin entender como aquello había llegado a suceder. Totalmente recomendable.
Harina de otro costal encontramos en “Black Metal Satanica”. Dando un importante salto en el tiempo, nos plantamos ante un documental cuya premisa principal parece ser recordar a todo el mundo la maldad que el Black metal oculta.
Destacando con luz propia el reposado mensaje de Watain ó el paroxismo de unos Shining, por aquella época atribulados por su “pérdida” vocal, el propósito de glorificación a la oscuridad de este género se cumple con creces (tremendas las caras de algunos protagonistas cuando se les interroga por el Black metal cristiano). Aunque obviamente hay tiempo para abusar de tópicos, resulta interesante alejarse de las míticas vacas sagradas y poder contemplar la visión ideológica de algunas de las bandas más duras de la escena actual.
Con estos dos documentales nos podremos adentrar de lleno en la malsana oscuridad del Black Metal. Como dijimos al principio de esta entrada, el Black, gracias a su naturaleza underground que le permite experimentar sin mucho que perder, ha encontrado nuevas formas y envoltorios (tanto a nivel musical, como ideológico). Sin embargo, no conviene olvidarse de esa esencia primigenia que constituyó el género y a la que los Rolling Stones ya le habían dedicado una maravillosa composición: Simpatía por el diablo.
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