Bob Wayne & The Outlaw Carnies - Gijón - 25 de Abril 2012 (Miércoles)

Empezó muy tarde la actuación de Bob Wayne & The Outlaw Carnies en la Sala Acapulco de Gijón. Éste es un país de futbol, y el concierto había coincidido con un importante partido. A eso de las 23:10, un Bob harto ya de pelearse con el técnico de sonido, decide hacer sonar la bocina de la locomotora entre las primeras notas de “Till The Wheels Fall Off”. Un arranque enérgico que hizo que el ambiente rápidamente se caldease.

Hace menos de un año se presentó nuestro Badass Countrier preferido (Hank III aparte) en tierras asturianas por primera vez. Desde aquellas dos calurosas actuaciones estivales, la figura de Bob Wayne no ha dejado de crecer, tanto a nivel de notoriedad como de capacidad de desempeño: las múltiples actuaciones y los miles de kilómetros parecen haber dejado un poso de seguridad importante.

El concierto se centró principalmente en la presentación de su reciente disco “Till The Wheels Fall Off” al que había tenido tiempo de dar un par de escuchas, así como en rescatar alguna de sus joyas pretéritas, sobre todo las regrabadas para “Outlaw Carnie”. Como no encontré ningún setlist, no puedo decir con certeza todos los temas que sonaron esta noche. Sin embargo, estoy seguro de que entre otras pudimos escuchar “Devil's Son”, “Lost Vegas” (Bob parecía encantado de tocar en un casino), el grito final de “Fuck The Law”, “There Ain't No Diesel Trucks In Heaven”, “Mack”, “Ghost Town” (el fantasma de Johnny Cash salvó nuestras vidas), “My Only Friend”, la cantada por Hank III “Workin Man”, “Road Bound”, “Love songs suck”, la siempre cachonda “Everything's Legal in Alabama”, “La diabla”, “Driven by Demons” o mi preferida “Work of the Devil”.

Además de lo atrayente de la figura del Bob, cabe destacar el tremendo trabajo del resto de la banda. La inclusión de un batería en esta gira potencia el sonido “boom-chicka-boom” en la banda y cada componente tiene muy clara su misión. Los solos de guitarra y violín fueron continuos y festivos, mientras que el contrabajo, cual faro en plena oscuridad, supo guiar entre la locura a cada tema hacia un final satisfactorio. Es por ello que resulta aún más triste la descomposición de los actuales Outlaw Carnies debido al abandono tanto de la violinista Liz Sloan como del contrabajo Jared McGovern.

Por esas cosas de la vida (un par de borrachines tocaron las pelotas a todo el mundo), el concierto fue poniéndose cada vez más intenso. En más, de un momento temí que se desatase la marabunta en la sala, pero sin embargo, aquella tensión simplemente contribuyó a dar un cierto aire de peligro a las primeras filas, donde por aquel entonces la algarabía ya se había desatado con la gente danzando y botando como si la vida les fuese en ello.

Tras una hora y media y haber anunciado el último tema como 4 veces, el concierto llegó a su fin. Esta mezcla de renegado fuera de la ley y artista de cómico que resulta ser Bob Wayne se bajó del escenario y no dudó en estrechar la mano y hacerse fotos con todo aquel que lo desease. Todo un trabajador de la música y del underground.