En el año 2009 el festival de cine dedicó un ciclo al director estadounidense Harmony Korine. Desconocedor de la obra de este irreverente genio de nuestros días, aproveché para ver varias de sus películas, entre ellas, “Mr. Lonely”. En uno de los momentos más dramáticos de dicho film escuché por primera vez la hermosísima y desasosegante voz de John Jacob Niles, emergiendo de entre las imágenes para subyugar a la audiencia.
Nacido en la primavera de 1892 en el seno de una familia de fuerte carácter musical, desde muy temprana edad, e impulsado por sus padres, John comenzó a cantar e interpretar viejas canciones tradicionales. Apasionado de la música, pronto se dedicó a la investigación y recopilación de viejas tonadas, desarrollando sus estudios musicales en escuelas de diversas ciudades como Cincinnati, Ohio ó Lyon. En la década de los 20, comenzó a publicar discos tanto con canciones propias como con viejos temas rescatados de la tradición Folk, destacando su faceta como intérprete de la música proveniente de la región estadounidense de los Apalaches. Se mantuvo activo hasta la fecha de su muerte, el 1 de Marzo de 1980.
Desde un primer momento, John Jacob Niles quiso desarrollar el tremendo potencial de los extraños agudos que surgían de su garganta, potenciando ese particular estilo de falsete reverberado fluyendo mágicamente sobre parcas instrumentaciones construidas principalmente con su fiel dulcimer de metálica resonancia. La tradición sonaba oscura y lúgubre, las frondosas montañas descargaban su trágico misticismo desde la gracia escondida en una voz de otro mundo.
Tras mucho indagar, terminé localizando la mágica versión del “The Maid Freed From Gallows” que tanto me impresionó en aquella sala de cine, en el disco “My Precarious Life In The Public Domain”. En dicho trabajo, John interpreta una exigua porción de la colección de baladas recolectadas y catalogadas por el doctor Francis James Child a finales del siglo XIX. Aunque ciertamente se trate de una pequeña muestra del arte de John, hay que reconocer que nos encontramos ante un trabajo intenso y transversal, capaz de entregar al oyente desde piezas históricas hasta sentidas baladas navideñas.
El pasado nos alcanza con melancolía y esplendor a través de la voz y las melodías de John Jacob Niles. Una belleza profunda y distinta, un folk torturado, impedido para la muerte y que con su parquedad nos da testimonio de pureza. Lo que fuimos nos tiene que recordar lo que no necesitamos ser.
No hay comentarios:
Publicar un comentario